La alarma nuclear en Japón ha reabierto el debate sobre la energía nuclear. ¿Debe frenarse el impulso que estaba recibiendo el sector nuclear en todo el mundo?, ¿son seguras nuestras centrales?, ¿es posible vivir sin energía nuclear?, ¿hay alternativas sostenibles?
La catástrofe ocurrida en la central de Fukushima, es completamente un hecho aislado puesto que se trataba de la planta nuclear más vieja en todo Japón (1971) y la tecnología para cerrar los reactores estaba muy obsoleta no se trata por el contrario de Chernóbil un error humano sino por el contrario la planta era una bomba de tiempo y el terremoto fue solamente “la gota que derramo el vaso”.
Pero en este articulo no trataremos de dar razones a lo ocurrido en Japón sino de la relación de la energía nuclear y si debe ser válida. Independientemente de los argumentos que ven en la energía nuclear una fuente más limpia y segura de producir energía, o aquéllos que fundamentan los daños y riesgos que ésta puede producir en el ecosistema, lo cierto es que este asunto debe abordarse desde la esfera del conocimiento científico y medioambiental y no desde el aprovechamiento político o sectorial.
No se puede clausurar este debate en razón de un suceso natural, cuyas consecuencias están dadas por causas medioambientales y no por falla humana. Es demagógico emprender banderas de luchas contra una opción u otra, sin conocer a cabalidad de qué se habla cuando ponemos sobre la mesa el tema de la energía nuclear.
El desarrollo económico-social y el progreso tecnológico no son posibles sin un suministro garantizado de energía. Dado que la demanda de energía crece anualmente y su producción tiene un gran impacto en el medio ambiente y que las fuentes de energía son limitadas, para llegar a un desarrollo sustentable es imprescindible crear un plan de estrategia energética que garantice un suministro suficiente y favorezca la eficiencia energética y el uso racional de la energía motivando hacia el ahorro, a la vez que combine distintas fuentes de energía para producir el menor impacto posible para el medio ambiente.
La Energía Nuclear aporta un 33% de la energía consumida en Europa, y 19% de la de EEUU de manera limpia, sin emisiones de gases de efecto invernadero y causantes de la lluvia ácida y sin perjudicar la capa de ozono. Además las centrales nucleares producen cantidades muy pequeñas de residuos sólidos en proporción a las grandes cantidades de electricidad que producen y el efecto de las emisiones líquidas y gaseosas en el medio ambiente es inapreciable. Otro problema distinto, es donde almacenar los residuos que se producen, residuos con vidas medias muy largos.
Por otro lado la Energía Nuclear no está sujeta a cambios en las condiciones climáticas, sino que las centrales nucleares operan 24 horas al día durante los 365 días del año, lo que supone una gran garantía de suministro. Además no sufre fluctuaciones imprevisibles en los costes y no depende de suministros del extranjero, lo que produce precios estables a medio y largo plazo.
La operación a largo plazo de las centrales nucleares, hasta los 60 años en lugar de los 40 que funcionan hoy en día, es perfectamente viable en condiciones de total seguridad, como ya demuestran los precedentes en los países de primer mundo.
El mundo desarrollado, no puede prescindir de la energía atómica. Al calor de Fukushima se olvida además la dependencia del petróleo (que trae serias contraindicaciones) y que hoy las energías renovables dejaron de ser una alternativa para pasar a una necesidad de primera mano. Será preciso investigar la seguridad en las centrales nucleares y proponer mejoras. Pero sin demagogia.
Aportacion de
Marco
Georgina
Miguel
Isaac
Adriana
Diana
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